Contra Lo Imposible
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Lee se acerca a Carroll, como el único estadounidense que ha ganado alguna vez en Le Mans, si quisiera ser el jefe de su equipo de carreras, diseñando y probando los autos. Carroll acepta y acude a Ken, el mejor piloto que conoce, para que participe. Cuando Mollie ve a Ken saliendo con Carroll, enojada exige saber la verdad. Él le dice que le han ofrecido una gran paga para correr, y ella está emocionada, simplemente no quiere que él le mienta nunca. El equipo comienza a poner el auto en forma para su primera gran carrera, pero a medida que se acerca, el vicepresidente de Ford Leo Bebee (Josh Lucas) se acerca a Carroll y les dice que la calidad impredecible y libertina de Ken no es parte de la marca Ford y que no se puede confiar en él para hacer prensa y representar bien a Ford y que no puede ser su conductor. Carroll lucha por Ken, pero finalmente se ve obligado a decirle a Ken que no competirá; Ken está furioso. Cuando Ford pierde la carrera, Carroll puede convencer a Henry para que le permita volver a contratar a Ken. Va a la casa de Ken y se disculpa y le pide que regrese, y los dos terminan peleando físicamente en su jardín delantero. Finalmente se dan por vencidos, exhaustos, y Mollie les trae algunos refrescos fríos.
Ese año, sin embargo, las cosas estaban por cambiar. Henry Ford II, nieto del visionario Henry Ford y dueño de la gigante automotriz, estaba dispuesto a quitarle el trono a Ferrari y había contratado a dos de los mejores pilotos y mecánicos de la época para diseñar un auto invencible: Carroll Shelby y Ken Miles.
Es justamente alrededor de esa última carrera que gira el corazón de Contra lo imposible. Aquella competencia ocurrida el 18 y 19 de junio de 1966 en Le Mans, Francia, fue el escenario del punto más álgido de la rivalidad entre las compañías Ford y Ferrari por demostrar quién era el dueño del mejor auto del mundo.
Es posible que ahí radique el mayor triunfo de la cinta. Contra lo imposible entra y sale de las pistas de autos a su antojo para mostrarnos esos momentos en la vida en los que uno debe tomar la decisión de dejarse llevar por esa corriente que lo ha tenido luchando por tanto tiempo. Y aunque otros se encuentren alzando un trofeo que lleva inscrito tu nombre por todos lados, a veces se gana más cuando se pierde.
Después de un rato de ausencia, vengo con un nuevo de la Cancha al cine, donde hablaremos de la gran película Contra lo imposible, así como Sound of metal, una muy interesante película que podrán encontrar en Amazon Prime Video
Ruben va a un doctor y confirma sus sospechas, pues le dicen que su oído estaba muy afectado y que por lo pronto debería dejar de tocar, así mismo, le dicen que la única opción es una cirugía. Al principio trata de ocultárselo a Lou y sigue tocando, pero llega un punto en que no puede seguir fingiendo, y peor aún, vuelve a fumar después de años. Para su suerte, un amigo de Lou les ayuda a encontrar un lugar en donde pueden ayudar a Ruben.
En las plataformas se erigían cúmulos de edificios que surgían de la red de tejidos como esculturas orgánicas, fusionando la curvatura lisa del metal manufacturado y la desigualdad orgánica del hueso y los tendones. Todo era un contraste de rojo y blanco, un plano entero construido a imagen y semejanza de Elesh Norn, cual sueño horripilante.
Su cabeza era una lágrima invertida de metal blanco, hendida en el centro por una única cuenca roja, como si algo todavía mayor le arrancara el ojo que tenía. El cuerpo era alargado y estaba encorvado, por lo que resultaba casi imposible compararlo con la forma de otro ser más mundano. No parecía un insecto, un reptil ni un humanoide, como si lo construyeran sin seguir un plan comprensible. Todo el cuerpo era rojo y blanco, por lo que encajaba casi a la perfección en el paisaje. Antes de que Kaya les alertara de su presencia, Elspeth pensaba que era otro edificio colosal.
El goliat no se movió. Pasaron bajo su mirada vacía sin contratiempos y caminaron hacia los edificios que había al final del puente. Kaya permanecía a la cabeza de su grupo y atravesaba los escombros en lugar de rodearlos, dejando a su paso pequeñas volutas de energía púrpura.
Sus compañeros eran héroes, grandes aliados en el conflicto contra un enemigo temible, y Tyvar estaba encantado de que su camino le llevase a luchar junto a ellos. En las historias, cuanto mayores son las pérdidas, mayor es la victoria que las sucede. Sin embargo, era difícil recordarlo en aquel momento, bajo el peso de Pirexia y el futuro.
Era evidente que Elesh Norn lo cultivó, lo nutrió y lo corrompió. La corteza estaba hecha del metal parecido a porcelana blanca que vieron arriba, y donde los brotes abrían fisuras en la superficie, el interior relucía con un rojo intenso y agónico. De él salía aceite iridiscente en lugar de savia y en la superficie se movían unas sombras extrañas que confundieron a Kaya hasta que alzó más la vista. En el aire, cerca de las ramas superiores del árbol imposible, había numerosas estructuras blancas y rectangulares que se desvanecían parcialmente hacia lugares lejanos y distorsionados, atravesando la Eternidad Invisible.
La entrada conducía a una cavidad en el interior del árbol, una gran sala abovedada hecha de raíces entrelazadas. De ella surgían varios pasadizos oscuros, pero el mayor de ellos, que continuaba recto, parecía ser la arteria principal. En el centro del lugar, en una tarima baja, se encontraba Karn.
Jace volvió a erguirse y se giró hacia ella cuando se reincorporó al grupo. El telépata le dio la bienvenida asintiendo brevemente y sin decir nada. Aquel lugar estaba vivo, en contraste con la quietud de la Basílica: el aire vibraba con un coro extraño de voces disonantes, que se superponían unas a otras para formar una armonía de elementos dispares, en vez de la cacofonía que deberían causar.
Contra lo imposible (Ford vs. Ferrari, Estados Unidos, 2019). Dirección: James Mangold. Guion: Jez Butterworth, John Henry Butterworth, Jason Keller. Fotografía: Phedon Papamichael. Montaje: Andrew Buckland, Michael McCusker, Dirk Westervelt. Elenco: Matt Damon, Christian Bale, Caitriona Balfe, Jon Bernthal, Josh Lucas, Noah Jupe, Tracy Letts. Duración: 152 minutos.
Un enfrentamiento empresarial contra Ferrari lanza a Ford al reto de vencer a la empresa italiana en Le Mans. Para eso contratan Carroll Shelby, un ex piloto y diseñador de automóviles, con el fin de que diseñe el modelo que pueda ganarle a Ferrari. A su vez, Shelby no solo arma un equipo con su gente, también convoca al piloto británico Ken Miles, para que los lleve a la victoria. La película cuenta de forma minuciosa el trabajo de estos dos hombres por conseguir el objetivo.
Matt Damon como Shelby y Christian Bale como Ken Miles son la elección perfecta. Shelby es tradicional, ecuánime, honesto y apasionado, pero nunca pierde los estribos, solo busca cumplir con sus objetivos deportivos y su propia empresa, ahora asociada a Ford. Miles, por el contrario, es irascible, temperamental, también apasionado y muchas veces temerario. La dupla perfecta interpretada por los actores correctos. Un actor sobrio y clásico versus un actor histriónico y excesivo.
La cinta retrata cómo Henry Ford II buscó relanzar su marca al contratar a un diseñador y piloto capaz de vencer a las máquinas de carreras italianas de Enzo Ferrari en la famosa carrera de 24 horas de Le Mans en 1966.
De ahí que Mangold, así como en Logan se apoyaba en el western para entender a su protagonista y un mundo que lo dejaba marginado, en Contra lo imposible recurre al género deportivo para contraponer visiones éticas sobre lo que debe ser el profesionalismo. Miles y Shelby encarnan lo americano desde la aplicación entre metódica y artesanal del talento, desde la vocación por darle lugar a la creatividad e incluso la improvisación sin dejar de lado los planes preestablecidos, pero chocan con otra representación de lo americano, que son las estructuras corporativas, los comités de ejecutivos que para finales de los sesenta anticipaban la globalización. En Contra lo imposible hay máquinas y maquinaciones, cálculos y calculadores, gente que quiere alcanzar la gloria y gente que quiere adueñarse de la gloria.
ALAN RUSBRIDGER: Bueno, creo que definitivamente el periodismo está amenazado con este tipo de programas de vigilancia masiva, porque se vuelve imposible tener fuentes confidenciales en un mundo donde existen algoritmos que van a descifrar inmediatamente con quien has hablado. Es una amenaza grande. 781b155fdc